Entre las muchas imágenes impactantes que una catástrofe nos deja, hay una en la que el terremoto reciente nos muestra el epicentro de los males que aquejan a una sociedad como la nuestra.
Es la imagen de los olvidados de la ayuda. Habitantes de la periferia de las ciudades afectadas o de localidades rurales postergadas siempre del quehacer oficial. Estas imágenes aparecen como testimonio de una realidad que no ha cambiado sustancialmente a pesar de la modernización del estado y de la bonanza que se nos ha vendido como un antídoto para la impaciencia del reclamo social.
Que nuestro territorio está expuesto a fenómenos naturales destructivos, es harto conocido. Pero no hay autoridad capaz de asumir su responsabilidad por la imprevisión o inacción. Esto ha sido una constante a lo largo de nuestra historia; y es así, por la naturaleza de su estado centralista y vertical.
Convertir la tragedia en oportunidad de desarrollo es lo mas racional que puede hacerse. Ciertamente que es una gran oportunidad mirado desde diferentes perspectivas, pero que entrañan también otros riesgos, como el repetir los mismos modelos urbanos, estilos de vida y organización social que han colapsado con esta catástrofe.
La solidaridad es uno de los valores que puede sustentar un cambio de actitud frente a la inercia social. Sin embargo, cuando el marketing empresarial domina el escenario, la solidaridad se devalúa al nivel de mercancia, que se otorga para posicionarsemejor en el mercado. Este es un grave riesgo: Confundir Solidaridad con figuretismo interesado.
Asociación Por la Vida asume estos retos y convoca a las personas de buena voluntad, para levantar un programa alternativo de reconstrucción, con los objetivos siguientes.
1.- Reconstituir el tejido social destruido por condiciones de vida que atentan contra la dignidad de las personas.
2.- Reorientar la actividad productiva poniendo en el centro de nuestra preocupación, el desarrollo autocentrado de las comunidades.
3.- Revalorar la condición de ciudadanos , para que todos los peruanos tengamos igualdad de oportunidades y la bonanza económica se distribuya con equidad.
