PURUCHUCO
¿PARA QUE SIRVE LA MEMORIA HISTORICA?
"El concepto de progreso debe ser
fundamentado en la idea de catástrofe. Que
las cosas "continúen así" es la catástrofe"
Walter Benjamín
Un pueblo que desconoce su historia, no solo está expuesto a reincidir en viejos errores sino que, al desconocer “el pasado de su actual presente”, carece de las herramientas necesarias para asumir el control de su propia existencia, quedando subordinado a decisiones ajenas que condicionan su porvenir con señuelos de prosperidad personal a cambio de perder su autonomía como sujeto histórico.
¿Y cuál es el pasado de nuestro actual presente? El historiador Pablo Macera nos responde: “En la historia peruana hay Cuentas pendientes que cada generación recibe el encargo de pagar. Hay promesas hechas en el tiempo de Chavín o Inca que todavía no han sido cumplidas. Pero sobre todo hay promesas que datan desde el gran trauma de la conquista española que pesan encima nuestro más que cualquier promesa o deuda del tiempo prehispánico. Ningún proyecto actual resulta por eso viable sino queda inserto dentro de esa perspectiva histórica y se hace responsable de todo nuestro pasado.”
El incumplimiento de promesas no es de hoy. Es un hecho recurrente a lo largo de nuestra historia y en especial, a partir del momento de ruptura y pérdida de nuestra autonomía. Es ese momento histórico, el de la ruptura, el de la “extirpación de idolatrías”, el que necesitamos conocer para que podamos entender cómo es que pasamos a ser de una sociedad autónoma, con un conocimiento, ciencia y tecnologías propios, a constituirnos en “objetos de dominación”, “sujetos coloniales” desprovistos de modelos propios: lo nuestro se transformó en “atraso” y lo extranjero en “progreso”.
Entendiendo esto y constatando la persistencia del “sujeto colonial” que habita todavía en nuestras conciencias, podremos explicarnos y dar salidas a los problemas cruciales que nos aquejan. Esas son las lecciones que nos están dando los campesinos de Cajamarca al defender el agua y rechazar la inversión minera del proyecto Conga. Esa lección tenemos que aprenderla defendiendo la integridad de Puruchuco, amenazada por la construcción de un centro comercial que requiere de una vía de acceso directo, sin importarle destruir nuestro patrimonio cultural.
Conga y Puruchuco, son dos casos emblemáticos de como la “ideología del progreso” pretende imponerse con los mismos argumentos de hace 500 años. Nos dicen que somos ignorantes porque nos oponemos al “progreso”. Ayer fueron “los evangelios por tierra” que justificaron la captura y muerte de Atahualpa; hoy es el abierto rechazo al oro, lo que provoca la represión. Del mismo modo, Puruchuco, que fue bastión de la resistencia al invasor extranjero, hoy pretende ser destruido para facilitar el acceso a un centro comercial, sin importarles su legado histórico y cultural. ¿Alguien puede imaginar que la casa museo de Miguel Grau sea destruida para hacer un centro comercial?
Frente a esta versión contemporánea de la “cruz y la espada”, que busca imponer sus “inversiones” que le aseguren el control de los recursos naturales para continuar su metabolismo industrial, cuyos efectos son el cambio climático, la contaminación ambiental, mayor pobreza y exclusión social, es necesario que quienes asumimos la propuesta de la “Gran Transformación” empecemos a cuestionarnos “el culto al progreso”, la creencia en el “desarrollo infinito de las fuerzas productivas” y la adicción a los “artefactos tecnológicos” producidos por el capital.
La humanidad hoy, se encuentra acosada por la concurrencia de múltiples crisis (ambiental, financiera, económica, etc.) que tipifican una “crisis civilizatoria” y ante la cual, hay un proyecto de “solución” en marcha, conocido como el “Nuevo orden mundial”, implementado por las fuerzas del capital, con la “ideología del progreso” como evangelio, y la “tecnología” como su herramienta más eficaz. Impulsado por su lógica de ganancia inmediata que le es inevitable, la racionalidad capitalista somete a la propia naturaleza –incluyendo las manifestaciones vitales--, a la condición de mercancías gratuitas, objetos de explotación ilimitada. Esta visión crítica del “progreso” nos permite una “reapertura del tiempo histórico” para visualizar en el pasado, no tanto aquello que realmente ocurrió, sino reconocer las múltiples posibilidades que entonces germinaban y que aún hoy, tienen enseñanzas de las que necesitamos aprender; en especial, aquellas vinculadas a la relación armoniosa del hombre con la naturaleza. Es así como la “Visión de los vencidos” en el pasado, se actualiza como esperanza e inspiración para un futuro mejor, distinto de lo que nos espera si seguimos como hasta hoy. Creemos firmemente que la respuesta alternativa a esa crisis civilizatoria no necesitamos inventarla sino más bien, recuperarla, actualizarla y validarla con los conocimientos más avanzados de este momento. Esa alternativa se llama EL BUEN VIVIR basado en la Cosmovisión andina, cuyos valores: Cooperación, Reciprocidad y Complementariedad, son antagónicos a los valores del occidente capitalista: Competencia, lucro, ganancia, privatización.
Lima, 01 de julio del 2012
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